La compasión entendida desde el Mindfulness también implica aceptar emociones negativas: miedo, ira, tristeza, vergüenza… como partes de nosotros, siendo conscientes de las mismas sin rechazarlas, para llegar a un estado de bienestar en nuestra vida cotidiana.

La auto-compasión implica reconocer que el sufrimiento y la inadecuación personal es parte de la experiencia de humanidad compartida: “algo que todos pasamos” en lugar de ser algo que sólo me pasa a “mí”.  La auto-compasión también requiere un enfoque equilibrado sobre nuestras emociones negativas para que los sentimientos no sean ni suprimidos ni exagerados. Esta postura equilibrada proviene del proceso de relacionar experiencias personales con los de otras personas que también están sufriendo, poniendo nuestra propia situación en una perspectiva más amplia.

Cuando hay autocompasión reconocemos que el ser humano es imperfecto y así, con todos nuestros defectos, va a ser inevitable experimentar dificultades en la vida, por lo que hemos de tender a ser amables con nosotros mismos cuando nos enfrentemos a experiencias dolorosas, en lugar de enojarnos cuando la vida no está a la altura de los ideales establecidos.

En nuestros cursos compartimos Mindfulness y Compasión, al estar más atentos al momento presente podemos percibir mejor nuestros pensamientos, sensaciones físicas y emociones y de esta forma no reaccionar de la forma habitual a la que estamos acostumbrados, no sobre-identificarnos con nuestro dolor o situación difícil, sino llegar a ser más ecuánimes ante nuestra experiencia. La atención plena es un estado mental no-crítico, receptivo en el que se observan los pensamientos y sentimientos tal como son, sin tratar de suprimirlos o negarlos.